mercoledì 1 giugno 2011

artìculo Jorge Nàjar

JUAN ORSI
UNA CASA IMAGINARIA, LLENA DE LUCES Y COLORES


Juan Orsi (Pucallapa, 1958), peruano del exilio, residente en Italia, ha puesto en marcha su segunda gran gira pictórica. La primera la realizó hace siete años, entre diciembre y enero exponiendo sus cuadros en Turìn, Iquitos, Moyobamba, Tarapoto y Pucallpa 
En cuanto en me enteré que esta segunda gira pasaba por París le envié el siguiente 
mensaje: 


París, 2 de Mayo d 2011

Hola Juan: 
     Estaré presente en tu muestra pictórica del próximo martes, no sólo por el deseo de verte despues de tantos años, también por la curiosidad de ver cómo ha evolucionado tu pintura, que cambios se han producido tras esta larga estancia fuera del Perù. Carlos, tu hermano, me ha pedido que diga unas cuantas palabra en la presentaciòn, y yo con gusto he dicho  que sí. Pero para ser más objetivo quisiera que me ayudaras respondiendo a unas prenguntas, Son estas:


 -¿Cómo entras,no sólo en los aportes formales de los Shipibos, sino incluso en los espirituales? (¿dónde, cuándo, cómo, por qué?)
-¿Hasta qué punto es inevitable pasar por el embudo etnológico para sentirse pintor amazónico? ¿Es necesario ser pintor “amazónico” o sólo pintor a secas? 
-¿Avizoras en tu recorrido un ayer de tu propuesta “shipiba”, un alejamiento o una

 compenetración mayor con los verdaderos desafíos del arte contemporáneo? 

¿Por qué?



Un abrazo y quedo en espera de tus respuestas.






En espera quedé durante varios días y entre tanto realicé un paseo mental por

 los cuadros de Juan Orsi. Entré luego en su blog y vi la reproducción de un 

autorretrato realizado en 1982. El telón de fondo es una pared desconchada en la

que destaca un rostro 
de frente amplia y la

 mirada altiva de un
hombre joven detrás de 


unas grandes gafas claras.


Seguí navegando y encontré otro autorretrato realizado muchos años más tarde en el 


exilio italiano. El telón de fondo es una habitación cuyas paredes están pobladas de 


trazos y símbolos geométricos shipibos. El busto parece el de un hombre cansado, con


 la cabeza que gira hacia la izquierda para mostrarnos una mirada triste. Saltan a la vista


 los contrastes anímicos entre uno y otro así como los decorados. Es como si en la 


extranjería hubiera nacido la necesidad de reconstruir mental y materialmente la casa que


 dejara.


No es que este elemento apareciera por primera vez en su obra. Recordé que en varios


 de mis regresos a Pucallpa, mi hermano Arturo me había invitado a visitar la casa de su


 amigo Luis Basagoitia. En esa casa me encontré con la más amplia colección de pintura


 ucayalina que hasta ahora conozco y, por supuesto, con varios cuadros de Orsi. Ahí


 estaban los elementos a los que aludo: los cántaros, las mocahuas, los tejidos, las


 serpientes, el erotismo, el mundo mágico, pero todo como vistos, contemplados, no


 insertos en su propia vida. 



El desplazamiento del punto de vista era lo que había cambiado con los años y los


alejamientos.


En la víspera de la inauguración de la muestra recibí la esperada respuesta de Juan:








Turín, 9 de Mayo de 2011



Con respecto a tus preguntas, te cuento una anécdota de mis años de estudiante
 en las escuelas de bellas artes, tanto en Trujillo como en Lima.
Cuando los profes de diversos cursos y talleres artísticos nos encargaban realizar "investigaciones" sobre las culturas precolombinas del Perú, les propuse que iniciáramos un acercamiento a la etnia Shipibo, en especial al estudio de los rasgos gráficos "impresos" en las diversas manifestaciones artesanales. Yo me sentía íntimamente atraído por ese elemento tal vez por ser oriundo de Ucayali. Los profes, curiosos por la propuesta, me permitieron el desafío. Así comencé a navegar en la inquietante y misteriosa geometría Shipibo, y paulatinamente se fue convirtiendo en mí en una alternativa estético/plástica para encontrarme conmigo mismo y lograr mi propia identidad como artista. 
Espero que estas breves líneas te ayuden a avizorar, no sólo lo que propongo sino también mi actitud como artista amazónico. Nos vemos mañana.

De un sólo plumazo quedaban en el olvido la segunda y la tercera pregunta. Intrigado por esta salida por la tangente, asistí temprano a la cita, es decir a la etapa parisina de esta nueva gira, con la idea de encontrar en los mismos cuadros alguna explicación. 
La exposición tenía lugar en la Maison des Assocaition del distrito quince de París.
Se trataba de una muestra de más de treinta objetos visuales de diferentes dimensiones, concebidos unos en tela, otros en cartón y unos cuantos en yanchama, -corteza extraída del árbol de Ojé con la que las etnias amazónicas elaboran cuadros rectangulares de diferentes tamaños, máscaras utilizadas en los bailes tradicionales, muñecas, trajes típicos para ceremonias y bolsos. Pero más allá de estos detalles encontré que la obra de Orsi estaba marcada por un sello al mismo tiempo individual y colectivo: el mundo amazónico, no sólo el mundo shipibo. 
Hasta donde mis ojos pueden ver, reconocí en un trozo de yanchama el trazado de un pueblo ribereño: el puerto, los niños imitando el ritual de los mayores; los padres reproduciendo el ritual de los antepasados; las cabañas, los animales cohabitando con los hombres dentro del espacio doméstico.
Hasta donde me es dado reconocer todavía, mis ojos volvieron a llevarme por los espacios sagrados del mundo amazónico: el renacal, la tahuampa, los espacios preferidos de nuestras divinidades.
Me pareció asimismo que el valor de la exposición se hallaba en la idea y en el desarrollo de esta, traducida en sorprendentes óleos, acuarelas, tintas, batik, acrílicos, esgrafiados.
El concepto de su mundo es una síntesis que guía los procesos y su materialización. Es 


decir, ya que la forma tomada como entidad abstracta carece de significación, el artista


 parte del concepto, o de la evocación, que lleva implícita tanto la forma como el


 contenido. Esto equivale a decir que sus objetos visuales están totalmente constituidos


 por la idea de recuperar la casa abandonada.



En estas consideraciones cobra actualidad el concepto de casa de Lao Tse: “una casa no


son las paredes y el techo, sino el espacio en que se vive.”



Juan vive mentalmente en el espacio amazónico aunque su cuerpo y su alma transcurran


su existencia terrena en Italia o en otros lugares del planeta.


Recorriendo la exposición de su obra me encontré con otro autorretrato, tal vez el más


 reciente de los que he tratado de describir. El hombre pareciera estar sentado en una


 mecedora, pero en la imagen sólo se le ve desde la cintura hacia arriba. El rostro ya no

 traduce el desafío ni la tristeza; ahora está habitado por una sonrisa. Pero lo más 


sorprendente es que los trazados geométricos shipibos o más bien amazónicos ya no solo están


 cubriendo todas las paredes. Ellos son ahora parte del torso desnudo, parte también del rostro.


 Como si quisiera decirnos lo que Orsi es en cuerpo y alma, aquí o donde sea.
Y recién entonces comprendí por qué no había dado respuesta a las dos últimas preguntas de mi cuestionario. La forma afecta al contenido, pero la forma - espacio, forma - y el contenido resultan en su obra una ralidad inescindible. 

Orsi se ha convertido en un Chaikoni Jonibo, un ser encantado según la lengua

 shipiba. 
Un ser encantado y enfrentado con los desafíos del color y la luz. Un ser


 compenetrado con las infinitas posibilidades pictóricas del mundo mágico


que la Amazonía peruana le ha otorgado.


Un Chaikoni que puede también pintar como un artista de cualquier parte del mundo,


un conocedor de las parcelas de realidad en las que se desarrolla su existencia. 







Esa fue la visión que me formé después de observar sus cuadros antes de la


 inauguración de la muestra. Y esto fue más o menos lo que dije pocos minutos después:


 Los artistas, cualquiera sean las formas de expresión, los artistas de cualquier parte del


mundo, se enfrentan, unos con las parcelas del mundo que más conocen, otros con


alguno de los múltiples seres que habitan dentro de cada quien, sin olvidar a aquellos que


andan enmascarados.


Los artistas traducen o reproducen sus sueños, la vida, lo más intimo que llevan dentro



de sí. Y eso es justamente lo que hace Orsi, aquí y donde sea.





Jorge Nájar



París, Mayo del 2011.








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